Llegué sintiéndome sin energía, desmotivada y con una tristeza que no entendía. Me costaba levantarme cada día y sentía que todo me superaba. En terapia aprendí a conocerme, a ser compasiva conmigo misma y, poco a poco, volví a conectar con mis ganas de vivir y de disfrutar lo cotidiano.

Mi hijo era un adolescente que luchaba con el control de la ira. A través de la terapia, encontró un espacio seguro para conocerse y aprender a manejar sus emociones. Gracias al vínculo terapéutico, logró canalizar su energía de forma más positiva y fortalecer su autocontrol.

Mi hija de 10 años presentaba dificultades de autoestima y para establecer límites con las demás niñas. A raíz de situaciones de violencia escolar, comenzó a experimentar crisis de pánico y ansiedad intensa. En terapia, pudo fortalecer su valoración personal, aprender a poner límites de forma sana y adquirir herramientas para manejar la ansiedad, logrando mayor seguridad y calma frente a situaciones difíciles.

A través de la terapia, logré conocer mi estilo de apego ansioso y cómo este influía en mi relación de pareja, generándome ansiedad e inseguridad. Aprendí a establecer límites sanos, a conocerme profundamente y a identificar el tipo de vínculo que necesito para sentirme segura y en equilibrio emocional.